Se sabe que la inseguridad es un tema muy complejo con tentáculos por doquier que se van tipificando en diferentes rubros como lo son: robos a casa habitación, establecimientos, locales y puestos comerciales, asalto a cuenta habiente, peatones, transporte público, entre los más comunes en Nicolás Romero, pero también existen los homicidios, secuestros, violaciones, etc.
Entre los estudiosos del tema, achacan el indicie de inseguridad a la pérdida de valores familiares y de la moral, mientras otros más críticos lo atribuyen al desempleo, pobreza y falta de oportunidades. Pero en algo concuerdan ambas corrientes; para tener seguridad, es necesario esperar un proceso largo para empezar a cambiar el entorno, entre los que destaca educación, crecimiento económico, creación de fuentes de empleo, fomentar los valores entre la familia, etc. Es decir, tenemos que resignarnos a tener inseguridad hasta que los adelantos en la educación, moralidad y prosperidad económica, hagan bajar los índices de criminalidad. Es la forma en que responden la mayoría de los políticos en México, y Nicolás Romeo no es la excepción.
Basta, la sociedad no puede soportar más, ni esperar tanto tiempo para tener tranquilidad, el hartazgo ha llegado y es momento de actuar por parte de la autoridad. Desde esta columna, exigimos un alto a la inseguridad, no somos expertos en el tema pero queremos contribuir para volver a tener seguridad en esta tierra que tanto queremos.
Nosotros como medio de información, hemos venido publicando mes con mes, un estadístico de robos y homicidios, desglosado en colonia. Donde muy fácilmente se puede catalogar las zonas rojas, entendemos que si nosotros como medio tenemos un control detallado sobre estos temas, queremos creer que la autoridad, con más razón debe tener su mapa municipal delictivo detallado. De ahí podrían partir para contener la violencia.
Una opción básica seria realizar operativos preventivos continuos, sin anunciarlos para no eliminar el factor sorpresa, además, las fuerzas municipales podrían incursionar en colonias conflictivas con un número de elementos de la fuerza pública por periodos de tiempo, por ejemplo, 25 hombres por un periodo de dos semanas o tres semanas, con la finalidad de tener presencia física en dichas colonias y disuadir a los grupos criminales de cometer hechos delictivos.
Otra opción sería la de realizar patrullajes al menos dos veces al día durante los siete días de la semana, por las diversas colonias. La gente tiene que sentir la presencia policiaca para que se sienta segura. Sin escatimar recursos, la autoridad debe conquistar las zonas de alta criminalidad que ya ha perdido.
Sabemos que hay que dedicar esfuerzo, recursos e inteligencia para contener el tema de la inseguridad. Un municipio atemorizado no tiene oportunidad de desarrollar sus potencialidades. No estamos en guerra, es cierto, pero salir a las calles genera mucho temor de parte de los ciudadanos y ciudadanas, que no desean pasar la experiencia de un atraco o un robo a mano armada.
Hace falta que el gobierno ponga sobre la mesa, con claridad, cuáles son sus planes para hacer frente a la delincuencia.

¿Y cuáles son sus planes para frenar la delincuencia?
La respuesta es sencilla: para bajar el índice delictivo, hace falta decisión política y terminar con la corrupción, no hay más. ¿Lo harán?